
La Casa-Museo se ha convertido en un centro dinámico y vivo, adaptado a las nuevas tendencias e integrado plenamente en la ciudad y en el entorno concreto de su dependencia de la Universidad de Salamanca. Su deber primordial es, por su carácter específico de Casa-Museo de escritor, custodiar y defender el nombre de Miguel de Unamuno, así como difundir su obra, conservar e incrementar su legado patrimonial mediante donaciones y adquisiciones de documentos y objetos, siendo de gran importancia las aportaciones de los herederos de Unamuno y de personas que tuvieron contacto con él. Con este legado, podemos poner a disposición de nuestros investigadores la documentación que puedan necesitar y ofertar programas y actividades culturales y educativas acordes con la temática del centro, convirtiéndose en referencia obligada para su visita museística y su uso cultural y de investigación.
Biblioteca personal
La Casa-Museo custodia los 6.254 volúmenes de su biblioteca privada, acumulados durante su estancia en Salamanca y Hendaya, mientras duró su exilio y donada en vida a la Universidad de Salamanca. Contiene volúmenes publicados en lenguas clásicas, en euskera, inglés, danés, francés, italiano, portugués, alemán, entre otras y muchos de ellos contienen la huella de que han sido consultados y leídos por el pensador ya que contienen una etiqueta en piel roja adherida a la cubierta con el texto «M. de Unamuno» y es frecuente descubrir sus anotaciones y su firma en las portadas. En sus estantes, se pueden encontrar primeras ediciones de clásicos de la literatura.
Estas obras adquiridas o donadas por sus autores y amigos, nos permiten descubrir una serie de rasgos que definen a su propietario: su interés por temas tan dispares como la filosofía, medicina, historia, religión, literatura; el dominio tan amplio de idiomas -desde el portugués hasta el alemán, inglés, francés danés o griego-; su intensa relación y amistad con escritores hispanoamericanos y portugueses; la devoción de autores principiantes que le mandan sus libros con respetuosas dedicatorias a la espera de conocer su valoración. Y, por último, su minuciosidad en el trabajo, que le lleva a leer exhaustivamente las obras, cubriéndolas de citas, comentarios en los márgenes, esbozos de poesías o pensamientos.